Volver a la carta
Dice Kafka, (...) La facilidad de escribir cartas tiene que haber traìdo al mundo -considerado desde un punto de vista exclusivamente teòrico- una terrible perturbaciòn de las almas. Porque es una relaciòn con fantasmas -y no solo con el fantasma del destinatario, sino tambièn con el propio- (...) Uno puede pensar en una persona ausente y puede tocar a una persona presente; todo lo demàs supera la fuerzas humanas. Pero escribir cartas significa desnudarse ante los fantasmas, cosa que ellos aguardan con avidez.(...)La humanidad lo percibe y lucha contra eso: para eliminar en lo posible todo lo fantasmal que se interpone entre los hombres y para lograr una comunicaciòn natural, para recuperar la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automòvil, el aeroplano. Pero ya es tarde; es obvio que esos inventos han surgido en plena caìda. La otra parte es mucho màs serena y fuerte; despuès del correo inventò el telègrafo, el telèfono, la telegrama sin hilo. Los fantasmas no moriràn de hambre, pero nosotros sucumbiremos." ¿Què dirìa hoy, Kafka, respecto del whatsapp? En efecto, la modernidad vuelve a alimentar a esos fantasmas de la ausencia del otro.
¿Acaso Charly, en su condiciòn de marginado, invisible, no es un fantasma que observa desde afuera al mundo que lo rodea, que escribe casi anònimamente a un destinatario desconocido, fantasmal. Acaso Charly no desnuda su pensamiento y su vida ante èl, no libera sus fantasmas del pasado? Lo fantasmal està implìcito en esta novela epistolar, puesto en escena en esta construcciòn comunicativa y literaria.
Las ventajas de ser invisible. Fragmento de la primera carta de Charly.
La importancia de hallar a otro que se ineterese en lo que nos sucede, lo que sentimos, lo que sòlo se puede expresar sin mirar a los ojos, sin quebrar la voz, solo con la intimidad desinhibida de la palabra escrita en un papel, leìda con el tiempo y a la distancia. Sin juzgar con la inmediatez del prejuicio que la respuesta inmediata del diàlogo escupe en nuestras caras o nos invade impaciente a travès del chat.
Confesiones, declaraciones de amor, rupturas, secretos, a la distancia. La carta es reemplazada por las redes sociales, y con ella se van la emociòn desesperada de la espera, los detalles de la palabra, la extensiòn incalculable y la intimidad de un diàlogo entre dos, que puede guardarse bajo llave en nuestra caja de recuerdos, para ser abierta por la nostalgia y volver a leerla, ver y acariciar su grafìa, cada letra de aquel que, por un rato, escribiò pensando en nosotros, quizas hasta la tinta corrida podrìa regalarnos una làgrima. Pero tambièn podrìa romperse en mil pedazos, perdièndose en la bronca del olvido, o quemarse frente a nuestros ojos, convirtiendo en cenizas nuestro propio dolor. Hasta para la catarsis serìa mas favorable el papel.
¿De qué modo afectó la tecnología al género epistolar? ¿Cuànto perdió el compromiso de la palabra propia escrita a puño y letra, la ideologìa, el romance, la intimidad, el secreto, la ansiedad, con la aparición de las redes?
Pensemoslo, mientras leemos las siguientes cartas de amor de personajes de la historia que han dejado la privacidad y han trascendido en publicaciones a la lo largo del tiempo.
Diez cartas de amor
1. De Gustave Flaubert
“La próxima vez que te vea te cubriré con amor, con caricias,
con éxtasis. Te atiborraré con todas las alegrías de la carne, de tal forma que
te desmayes y mueras. Quiero que te sientas maravillada conmigo, y que te
confieses a ti misma que ni siquiera habías soñado con ser transportada de esa
manera. Cuando seas vieja, quiero que recuerdes esas pocas horas, quiero que
tus huesos secos tiemblen de alegría cuando pienses en ellas”.
2. De Oscar Wilde
“Mi niño,
Tu soneto es encantador, y es una maravilla que esos labios
tuyos, rojos como pétalos de rosa, estén hechos tanto para la locura de la
música y las canciones como para la locura de besar. Tu delgada alma dorada
camina en el medio de la pasión y la poesía. Sé que Jacinto, a quien Apolo
amaba con tanta locura, era tú en los tiempos de Grecia. ¿Por qué estás solo en
Londres, y cuándo vas a Salisbury? Ve allá a enfriar tus manos en el Crepúsculo
gris de las cosas góticas, y ven aquí cuando quieras. Es un lugar encantador en
el que solo faltas tú; pero ve a Salisbury primero.
Siempre, con imperecedero amor, tuyo”.
3. De Ernest Hemingway
"Mi querido pepinillo,
Salgo en el barco con Paxthe, Don Andrés y Gregorio y estoy
afuera todo el día. Luego regreso con la certeza de que habrá una carta o
varias. Y tal vez las haya. Si no hay, estaré triste y esperaré hasta la mañana
siguiente. Pensaré que no habrá nada hasta la noche.
Escríbeme pepinillo, si fuera un trabajo que tienes que hacer lo
harías. Es muy duro estar aquí sin ti y lo estoy haciendo pero te extraño tanto
que podría morir. Si algo te pasara moriría de la misma forma que un animal
muere en el zoológico si algo le pasa a su pareja.
Mucho amor, mi querida Mary. Debes saber que no estoy siendo
impaciente, estoy simplemente desesperado”.
4. De Lewis Carroll
“Mi queridísima Gertrude:
Te sentirás apenada, y sorprendida, y desconcertada, de oír la
extraña enfermedad que me aqueja desde que te fuiste. Llamé al doctor y le dije
“Deme medicina, pues estoy cansado”. Él me respondió: “¡Tonterías! Usted no
quiere medicina: ¡vaya a la cama!”. A lo que le repliqué: “No, no es el tipo de
cansancio que quiere cama. Estoy cansado en la cara”.
Él me dijo: “Cree que sean los labios”. “Por supuesto –dije–.
¡Eso es exactamente lo que tengo!”. Me miró con gravedad y dijo: “Creo que
usted ha estado dando demasiados besos. “Bueno –dije–, sí le di un beso a una
amiga mía”.
“Piense otra vez –me dijo–; ¿está seguro que fue solo uno?”. Lo
pensé otra vez y dije: “Tal vez fueron once”. Así que el doctor dijo: “No
le debe dar más hasta que sus labios descansen”. “Pero qué se supone que haga
–dije–, porque mire, le debo 182 más”. Me miró con tanta gravedad que las
lágrimas se le escurrieron por las mejillas y dijo: “Podría enviarlos en una
caja”.
Entonces me acordé de una pequeña caja que alguna vez compré en
Dover, y pensé regalársela a una niña o a otra. Así que los empaqué todos con
mucho cuidado. Cuéntame si llegan a salvo o si se pierde alguno en el camino”.
5. De Balzac
"Mi amado angel,
Estoy loco por ti: no puedo unir dos ideas sin que tú te
interpongas entre ellas. Ya no puedo pensar en nada diferente a ti. A pesar de
mí, mi imaginación me lleva a pensar en ti. Te agarro, te beso, te acaricio,
mil de las más amorosas caricias se apoderan de mí.
En cuanto a mi corazón, ahí estarás muy presente. Tengo una
deliciosa sensación de ti allí. Pero mi Dios, ¿qué será de mí ahora que me has
privado de la razón? Esta es una manía que, esta mañana, me aterroriza.
Me pongo de pie y me digo a mí mismo: “Me voy para allá”. Luego
me siento de nuevo, movido por la responsabilidad. Ahí hay un conflicto
miedoso. Esto no es vida. Nunca antes había sido así. Tú lo has devorado todo.
Me siento tonto y feliz tan pronto pienso en ti. Giro en un
sueño delicioso en el que en un instante se viven mil años. ¡Qué situación tan
horrible!
Estoy abrumado por el amor, sintiendo amor en cada poro,
viviendo solo por amor, y viendo cómo me consumen los sufrimientos, atrapado en
mil hilos de telaraña.
O, mi querida Eva, no lo sabías. Levanté tu carta. Está frente a
mí y te hablo como si estuvieras acá. Te veo, como te vi ayer, hermosa,
asombrosamente hermosa.
Ayer, durante toda la tarde, me dije a mí mismo: “¡Es mía!”. Ah,
¡los ángeles no están tan felices en el paraíso como yo lo estaba ayer!".
6. De Nathaniel Hawthorne
"Mi querida,
Me gustaría tener el don de hacer rimas, porque a mi parecer hay
poesía en mi cabeza y en mi corazón desde que estoy enamorado de ti. Tú eres un
poema. ¿De qué tipo? ¿Épico? Que se apiaden de mí, ¡no! ¿Un soneto? No; porque
es demasiado elaborado y artificial. Tú eres una especie de balada dulce,
simple, alegre y patética, cuya naturaleza es el canto, a veces con lágrimas y
otras con sonrisas, y en ocasiones con una mezcla de sonrisas y lágrimas".
7. De Víctor Hugo
"Mi adorable y adorada,
Me he estado preguntanto si tal felicidad no es un sueño. Me
parece que lo que siento no es terrenal. Todavía no logro comprender este cielo
sin nubes. Toda mi alma es tuya. Mi Adele, por qué no hay otra palabra para
esto aparte de ‘alegría’ ¿Es porque el discurso humano no tiene el poder de
expresar tanta felicidad? Temo que de repente despierte de este sueño
divino. ¡Oh! ¡Ahora eres mía! ¡Por fin eres mía! Pronto, en unos meses, tal
vez, mi angel dormirá en mis brazos, despertará en mis brazos, vivirá ahí.
¡Todos tus pensamientos, todo el tiempo, todas tus miradas serán para mí; todos
mis pensamientos, todo el tiempo, todas mis miradas serán para ti!
Adiós, mi ángel, mi amada Adele. ¡Adiós!
Todavía estoy lejos de ti, pero puedo soñar contigo. Pronto,
quizás, estarás a mi lado.
Adiós; perdón por el delirio de tu esposo que te abraza y que te
adora, tanto en esta vida como en la otra".
8. De James Joyce
"Tú eres mi amor. Me tiene completamente en tu poder. Sé y
siento que si en el futuro escribo algo bueno y noble debo hacerlo solo oyendo
las puertas de tu corazón. Me gustaría que mi vida transcurriera a tu lado,
hasta que nos convirtamos en un mismo ser que morirá cuando llegue el
momento".
9. De John Keats
"Mi dulce Fanny,
¿Tú temes, a veces, que yo no te quiera tanto como tú lo deseas?
Mi querida niña, yo te quiero siempre y sin reserva. Entre más te conozco más
te quiero. De todas las formas posibles, incluso mis celos han sido agonías de
amor. Yo habría muerto por ti. Tú siempre eres nueva. El último de tus besos
siempre es el más dulce; la última sonrisa, la más brillante; el último movimiento
el más elegante.
Cuando pasaste por mi ventana ayer, sentí tanta admiración como
la primera vez que te vi. Incluso si no me quisieras no podría evitar sentir
una completa devoción hacia ti: así que me siento profundamente enamorado al
saber que me amas.
Mi mente ha sido las más descontenta e inquieta y se ha puesto
sobre un cuerpo demasiado pequeño. Nunca había sentido que mi mente reposara
con absoluta alegría, como me ocurrió contigo. Cuando tú estás en el cuarto mis
pensamientos nunca se van por la ventana: tú siempre haces que todos mis
sentidos se concentren".
10. De Goethe
"No puedo evitar amarte más de lo que es bueno para mí. Me
sentiré feliz hasta que te vea otra vez. Siempre soy consciente de mi cercanía
a ti, tu presencia nunca me deja. Adiós a ti, a quien amo mil veces".
Las 10 cartas más sorprendentes de la historia
Postales del pasado.Las recopiló un publicista inglés para promocionar una empresa papelera.