martes, 31 de octubre de 2017

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Estructuras textuales



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Macroestructura textual

La macroestructura textual es el contenido semántico global que representa el sentido de un texto. Para que un texto se reciba como una unidad de comunicación ha de poseer un núcleo informativo fundamental, que es el asunto del que trata o tema. La macroestructura textual, pues, es un concepto cercano al de tema o asunto del texto, reinterpretados en el marco del análisis del discurso.
La acuñación del concepto macroestructura se debe al lingüista holandés T. A. Van Dijk (1977, 1978, 1980). Según Van Dijk, el texto organiza su contenido en el plano global en dos tipos de estructuras: las denominadas macroestructura y superestructura textuales. La macroestructura constituye la estructura semántica del conjunto del texto; la superestructura representa la forma como se organiza la información en el texto, esto es, la estructura textual formal. Por ejemplo, en un cuento, la macroestructura se formula en términos del tema que trata (un viaje iniciático, un descubrimiento, una relación amorosa, etc.); por su parte, la superestructura define el esquema adoptado para abordar el tema textual: en el ejemplo, las partes constitutivas del cuento (situación inicial, nudo o complicación, acciones, etc.). Aunque macroestructura y superestructura se complementan, son estructuras textuales independientes entre sí. Un cuento tradicional, siguiendo con el ejemplo, presenta siempre la misma superestructura; en cambio, puede tratar muy distintos temas, es decir, puede presentar diferentes macroestructuras.
Si una secuencia de oraciones carece de tema global o macroestructura, el conjunto es percibido como una sucesión de enunciados incoherentes, y, por lo tanto, no llega a constituirse como texto. La macroestructura, en este sentido, es un mecanismo de coherencia textual. El tema no tiene por qué estar nombrado explícitamente en el texto: si lo está hablamos de palabra temática u oración temática, que tiene la relevante función de poner al lector en condiciones de construir la macroestructura correcta, pues señala el probable tema del resto del discurso, de modo que ya no es necesario que el lector lo construya.
El concepto de macroestructura es un concepto relativo: hace referencia tanto al tema global del texto como a temas locales que se desarrollan en determinados fragmentos. Al mismo tiempo, a modo de muñecas rusas, los subtemas de determinados fragmentos textuales pueden presentar también otros subtemas relacionados, que constituyen por lo tanto su propia macroestructura. De todos modos, en sentido estricto, la macroestructura del texto será la más general y global, mientras que determinadas partes del texto también podrán tener sendas macroestructuras locales. Como resultado se obtiene una estructura textual jerárquica de las macroestructuras en diferentes niveles. Dependerá de la extensión y de la diversidad de asuntos que aborde un texto el hecho de que presente una estructura semántica o macroestructura más o menos compleja y jerarquizada. Las frases del texto que expresan macroestructuras se denominan macroproposiciones secuencias de oraciones que resumen la información global del texto y de los fragmentos con entidad temática; a estas macroproposiciones se llega con la aplicación de las macrorreglas u operaciones cognitivas que realiza el lector u oyente para extraer la macroestructura de un texto.
El concepto de macroestructura textual ha incidido en las prácticas de comprensión lectora y en general en el procesamiento de información. Para reducir y organizar grandes cantidades de información (sea en la producción o en la recepción), es útil conocer los mecanismos por los que es posible construir discursos coherentes, en tanto que presentan un sentido global, con diferentes niveles de especificidad o macroestructuras.

Términos relacionados

Bibliografía básica

  1. Calsamiglia, H. y Tusón, A. (1999). Las cosas del decir. Manual de análisis del discurso. Madrid: Ariel.
  2. Gregorio de Mac, M. I. y Rébola de Welti, M. C. (1992). Coherencia y cohesión en el texto. Buenos Aires: Ed. Plus Ultra.
  3. Van Dijk, T. A. (1978). La ciencia del texto. Un enfoque interdisciplinario. Barcelona: Paidós, 1983.

Bibliografía especializada

  1. Sánchez, E. (1993). Los textos expositivos. Estrategias para mejorar su comprensión, Madrid: Santillana.
  2. Van Dijk, T. A. (1977). Texto y contexto. Semántica y pragmática del discurso. Madrid: Cátedra, 1980.
  3. Van Dijk, T. A. (1980). Macroestructures. An Interdisciplinary Study of Global Structures in Discourse. Cognitions and Interaction. Hillsdale (Nueva Jersey): Lawrence Erlbaum.
  4. Van Dijk, T. A. (1980). Estructuras y funciones del discurso. Madrid: Siglo XXI



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23/05/2010 - 09:36
Opinión

Enseñanzas para el país y para América Latina

Alejandro Banzas

La experiencia que esta viviendo el Viejo Continente debe servirnos de “espejo” en donde mirarnos, a la hora de acelerar procesos de confluencia en la región que podría determinar la ampliación en la brecha que existe entre los países del continente latinoamericano.
La búsqueda de una moneda única entre los países latinoamericanos, no haría más que alimentar la posibilidad de establecer tipo de cambios fijos entre las monedas de los países miembros, lo que implicaría profundizar las asimetrías macroeconómicas existentes (productividades distintas, profundidades diferentes en sus sistemas financieros y, en algún caso, manejo poco confiable de sus estadísticas) como, no muy curiosamente, se dio en el reciente caso de Grecia.
Otro punto relevante a la hora de ensayar la puesta en vigencia de la moneda única es el alineamiento fiscal y los problemas de inflación. Europa ha tenido constantes tensiones por ambos temas y, para el caso del nivel de precios, aplicó las metas de inflación con las restricciones y las debilidades que la misma ha demostrado en la reciente crisis, en particular resignando el objetivo de pleno empleo. 
En síntesis, se deberá contemplar la experiencia europea y no ir de cabeza a un modelo que podría traer para países en vías de desarrollo, como todos los que conforman Latinoamérica, más costos asociados que beneficios concretos; quizás el mejor ejemplo sea el Reino Unido, que mantuvo su propia moneda.
En la actualidad, las diferencias entre los países de nuestra región abarcan desequilibrios fiscales estructurales conformados por el lastre de un endeudamiento que formó parte de décadas de una política deliberadamente alentada a generar dependencia a la hora de la determinación de políticas económicas subordinadas a los dictados de los organismos internacionales de crédito, los cuales, como ahora, al momento de hacer frente al problema de crisis sistémicas, desempolvaron las viejas recetas ortodoxas de más ajuste fiscal y monetario, cuyo único objetivo era hacer frente al servicio de la deuda contraída en momentos de alza del ciclo económico.
Así , y más allá de las dificultades de orden financiero y comercial transitorias por las que nos veamos afectados en esta crisis de Europa con final abierto, debemos advertir que la Argentina y la región no deben caer en el facilismo de seguir lo que hace el Viejo Continente, sino generar los consensos políticos y económicos que permitan avanzar hacia el desarrollo de la región priorizando la deuda social tan postergada en nuestra región.